Travesías por territorios de los que no se dispone de mapa ni diagrama precisos son las que movilizan hoy el mundo en el curso de su presente hacia un futuro incierto. Los múltiples conflictos político-sociales, las crisis económicas y la debacle ecológica global tienen el mismo impacto de transformación que los hallazgos y los inventos biológicos y tecnológicos o las promesas cibernéticas e informáticas: todas ellas parecen contribuir a desprendernos rápidamente de una idea de continuidad sobre este planeta que con ingenuidad suponíamos —casi
en su totalidad, y hasta hace relativamente poco tiempo— un lugar cada vez más y mejor conocido.
Se trata de la emergencia de varios otros mundos, y si la humanidad queda inmersa en alguno —o algunos— de ellos, se verá, sin duda, drásticamente afectada: al trepidante ritmo de degradación geológica y sustracción del paisaje con que se abre paso el antropoceno, el camino previsible para nuestra especie sería, aun si de forma asistida, devenir en una suerte de extremófilo multicelular.
Aunque existen siempre opciones alternas. En los años cuarenta del siglo XX, Conrad H. Waddington introduce en sus estudios sobre el desarrollo embriológico la metáfora del ‘paisaje epigenético’, para señalar el modo en que un determinado estado de un citoplasma puede configurar distintos tipos de células y, por tanto, diferentes tejidos y órganos del cuerpo. El dibujo con el que acompaña su descripción representa con valles y cordilleras las condiciones variables que canalizan distintos procesos de morfogénesis: adquisición biológica de una forma que altera su expresión y función en respuesta a su entorno.
Si he escogido este ‘paisaje’ como punto de referencia es porque el in-continente de posibilidades que nos sostiene asume permanentemente topografías susceptibles que podemos afectar. Adentrarse en lo indeterminado: las propuestas para sustituir el modelo de
civilización vigente se abren paso de manera cada vez más visible (fuentes de energía no contaminante, recursos renovables, políticas y economías alternativas). Hoy, tanto la ufología más delirante como la exploración espacial de planetas —o exoplanetas— parecen asumir, con similar espíritu de vanguardia y conmovedora literalidad, esa entusiasta consigna, aún sin suficiente terreno, desplegada desde comienzos de este siglo por los encuentros anuales del Foro Social Mundial: si otro mundo es posible, es precisamente porque el que habitamos parece inaceptable.
En este escenario, las más recientes supersticiones científicas y la imaginación creativa del arte nos permiten trazar nuestros propios paisajes y cartografiar mapas que puedan mantener la expectativa de otros mundos concretos o que permitan ocupar un lugar en medio de la ficción, esto es, salir del laboratorio en constante expansión que los acoge.
Emilio Tarazona
“No son las condiciones las que crean la vida,
es la vida la que crea las condiciones”.
Lynn Margulis (por psicografía).
otros mundos